“Escondido de ti”
Agitado entro a mi habitación, me acuesto lo antes posible en mi cama y me tapo la cabeza con las sábanas. ¡No puede ser, me olvidé cerrar la puerta! El corazón se me quiere salir del pecho y no me importa si me da un infarto, lo que no puede es delatarme con tanto ruido. ¡Qué calor! Las sábanas aunque son un buen escudo, me hacen sudar demasiado. Asomo mi cabeza para tomar aire y buscar alguna señal de mi agresora. Ahí está, justo delante de mí. Hay poca luz pero puedo verla y ella a mí. No puedo más. Sin hacer movimientos bruscos tomo una de las chancletas, me levanto lentamente y a puro grito: – ¡Muere, cucaracha!