La bicicleta

Autor: Paola Rodríguez

¡Hola multicubano!

La primera vez que traté de montar bicicleta sin rueditas me parecía imposible pedalear y no caerme. Me preguntaba cómo iba la gente con tanto equilibrio por la calle, ¡no se caían!

Mi papá fue quien me regaló la primera bicicleta. Recuerdo que era una BMX negra de tamaño niño y desde ese mismo día se encargó de enseñarme. Adiós rueditas y hola valentía, o así me sentía con seis años.

Él iba detrás de mi sosteniéndome, pero cada vez que me concentraba, me soltaba. Para cuando me daba cuenta ya estaba en la otra esquina y si miraba para atrás, ¡pal piso como Pablito! Evidentemente me caí muchas veces.

Lo mejor de aprender a montar bici es que nunca se olvida y para los que somos de Cuba siempre han sido un medio multipropósito e imprescindible en diferentes épocas.

Durante de la década del 90 del pasado siglo, en el Período Especial, aparecieron de forma masiva. Para ese entonces la crisis de combustible hizo de la bicicleta un medio de subsistencia (tal como lo sigue siendo)

Supongo que de ahí surgieron también los bicitaxis, los vendedores ambulantes de flores, de bocaditos de helados, pizzas, meriendas y hasta donde la imaginación y creatividad han permitido llegar.

En las provincias es incluso más común que en la capital ver a cubanos y cubanas pedaleando por las calles, como una forma de transporte. Cuando vivía en Camagüey casi todos en mi familia tenían una.

Mi mamá tenía puesto en la suya un banquito para cuando me recogía del círculo infantil, mis abuelos me montaban en el sillín de atrás y mi papá, que siempre ha sido el más loco, me ubicaba en el timón, eso hasta que pude ir a su lado en mi propia bici.

Actualmente, La Habana vive un segundo momento de masividad en la práctica ciclística en Cuba, con una intención más hacia la conciencia de sostenibilidad y desde conceptos urbanísticos más avanzados.

bicicletas-cuba
La bicicleta en Cuba ha tenido múltiples usos.

Sin dudas la bicicleta para la isla caribeña viene a ser como el almendrón, parte imprescindible de su transporte. Incluso, recuerdo que una de las costumbres más peligrosas la tienen los muchachos que se enganchan del final de las guaguas (hasta en los días lluviosos).

Son muchos los jóvenes que por estos tiempos promueven proyectos ciclísticos en Cuba, ya sea para recorridos turísticos, maratones, paseos, mensajerías y hasta propuestas de bienestar común o buen vivir con iniciativas enfocadas en reciclaje y limpieza de la ciudad, por solo mencionar algunos ejemplos.

Por mi parte, nunca olvidaré a cuantos lugares llegué gracias a la mía, desde mi medio de transporte para ir y virar de la escuela, hasta las escapadas a la playa, los ponches, las excursiones de la universidad, los paseos por el malecón, los mandados que le hacía a mami y lo que se presentara en el momento.

Ha pasado bastante tiempo desde la última vez que monté bicicleta, pero la sensación es liberadora, más si tienes como yo  recuerdos de  las historias de recorridos, caídas y la satisfacción de levantarte tras el rasponazo.

Hoy, aunque parezca increíble, mi bicicleta  sigue en uso. Antes de irme de Cuba se la dejé a un vecino de la cuadra y a cada rato mami me manda fotos de Robe montándola, llevándole el pan o paseando a su nieto.

Como siempre te digo, los pequeños detalles son los que marcan la diferencia, así que  aprovecho la ocasión para sugerirte que le des una sorpresa al más pequeño/a de tu familia allá en la isla, ¡regálale su primera bicicleta! Si no sabes cómo hacerlo, Multicuba tiene disponible actualmente en su tienda online bicicletas para niños y niñas.

Y para cerrar, te propongo que si también tienes historias en bici me cuentes al menos una que jamás olvidarás en la sección de los comentarios. Quedo al pendiente.

¿Por qué multicubano?
¡Ahh, te explico enseguida!

Prestamos múltiples servicios con destino Cuba, y quienes lo utilizan son cubanos esparcidos por diferentes lugares, cubanos en múltiples lugares…
MULTICUBANOS!

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