¡Hola multicubano!

Si ahora estuviera de visita en Cuba, ya tendría mi mazo de mamoncillos para preparar la clásica champola y dispuesta a dar cháchara con mi mamá y mi abuela mientras la degusto.

Cuando era chiquita, julio además de calor me traía la temporada de mamoncillos y para mi suerte mi bisabuela en Sibanicú, Camagüey tenía y aún tiene una mata en el patio, sí, una mata de mamoncillos en casa. ¡Bárbaro!

Durante el verano y hasta casi octubre los carretilleros en la isla añaden dicha fruta a su oferta y es que para nadie es un secreto que es de las favoritas de los cubanos.

En mi familia, como en muchas otras, siempre se ha visto como una especie de merienda, dígase para darse gusto frente al televisor, mientras se da tertulia en el barrio y ha sido considerada una solución rápida cuando nos entraba hambre en la playa.

El mamoncillo o anoncillo, como también se le dice en algunas partes de Cuba, para quien no lo conoce viene en unos pequeños frutos de cáscara siempre verde, con una pulpa color marfil o amarillento brillante, muy jugosa y escasa, que por lo general se aferra con tenacidad a la semilla.

Hablando de eso, cómo olvidarme de mi abuela y su matraca de “Niña por tu madre, ten cuidado”, “Oye, eso mancha”. Ella de niña me lo escachaba con el miedo de que me iba a tragar una semilla y al sol de hoy, todavía me cae arriba con lo del mamoncillo y la ropa.

A unos nos gustan maduros, bien dulces y a otros más ácidos, hay pa’ cualquier gusto… pero ¿Sabías que cuenta con varios beneficios y aportes nutricionales?

• Es rico en vitaminas, especialmente vitamina A, esencial para el cuidado y desarrollo de la vista.
• También aporta vitamina B1, B2 y C.
• Posee un alto contenido en minerales, que incluye el calcio, fósforo y hierro.
• Tiene un bajo aporte calórico, sólo 48 calorías y es alta en fibra.
• Es especialmente indicado en casos de personas con hipertensión arterial y retención de líquidos, ya que tiene poderes depurativos que le hacen funcionar como una especie de diurético, por su bajo contenido en sodio y elevado en potasio.

La tradición indica que debe comerse directamente, solo se abre la corteza con los dientes por el centro, la mitad superior se desecha, luego se desliza el contenido interior apretando con los dedos la mitad inferior de dicha corteza dentro de la boca, se chupa el jugo de la pulpa hasta que no quede nada de ella, luego la semilla «limpia» se desecha.

En otros países donde existe aún mayor predilección por el mamoncillo, se encuentra en mermelada, bebidas refrescantes enlatadas y conservas en almíbar.