¡Hola multicuban@!

La migración es un proceso duro y eso no es secreto para nadie, pero todo en la vida, tiene una de cal y una de arena. Hay momentos donde nos vemos cumpliendo sueños y otros, en los que la nostalgia es inevitable. Justo así me pasa cuando se acerca fin de año.

Aunque los cubanos somos gozones por naturaleza, cuando la vuelta al sol está por terminar nos enfocamos en dos celebraciones Noche buena de 24 pa’ 25 y el 31, por supuesto. Sin embargo, aquí ‘los gringos’ le suman otra.

Al llegar a Estados Unidos entre tanto a lo que uno debe acotejarse, una nueva festividad nos toca por la libreta: Acción de Gracias. Déjame decirte que con el tiempo nos apropiamos tanto de ella, que con nuestro toque, la celebramos con más alegría y gozadera que muchos americanos.

Pero ahora tú me dirás ¡Alabao Ali! 25 años sin conocer de esa fecha (el cuarto jueves de noviembre) y ahora andas cogiendo cajita, más yuma que los yumas.

Justo ese fue un debate que tuve con mi papá hace apenas unos días. Respetar las tradiciones de los países a los que llegamos y asumimos como propios, es también una manera de adaptarnos a estas nuevas culturas.

Aquí, en Florida, la movilización es tremenda: cientos de vuelos, familias reunidas y el mall «explotao» en pegatinas, chucherías, velas, juguetes y lo que se te ocurra con motivos de pavo.

Es una celebración del calendario estadounidense, sí, pero trata especialmente de algo que los cubanos defendemos a capa y espada: la familia. Y es también una oportunidad anual para tomar un respiro de la vida agitada, dar las gracias y llenarse de paz.

El agradecimiento es un sentimiento muy humano, arraigado a la educación y a nuestro ADN. Quién no se acuerda de mima, chancleta en mano, después de que alguien nos hizo un presentico preguntando: ahora…¿qué se dice? Y nosotr@s listos para contestar: ¡Gracias!

Eso sí, cuando se trata de la fiesta y el despelote, cada cual elige qué sazón va a ponerle. Mientras los norteamericanos degustan el pavo asado relleno de pan de maíz, cebolla, ajos, arándanos, puré y un pie de calabaza -todo esto cocinado al más puro estilo del recetario familiar-, los latinos cambiamos un poco el esquema  tradicional.

En la fiesta de Acción de Gracias ‘made in Cuba’ se baila Gente de Zona, Los 4, perreo y el ‘po po por eso’. Todos se arreglan y sacan sus mejores perchas para terminar sin zapatos y con el moño de limpiar.

Además de la videollamada reglamentaria porque es imposible no incluir o tener presente a los que dejamos del otro lado. Con pantallas de por medio se goza, se ríe y se llora si hace falta.

La mesa cubana es bastante diferente a su vez. Una cazuela de congrí desgranadito, tamales hechos desde cero en sus hojas de plátano, mazorca de maíz, carne de puerco bien tierna y en vez de ‘pay’, un espectacular flan al estilo de la abuela o una buena bandeja de buñuelos como si fuera 31.