¡Hola multicubano!

Me atrevería a decir que todos hemos caído rendidos alguna vez ante la magia de una deliciosa pasta, quizás por su variedad para cocinarse, por su textura, por las salsas, los ingredientes que nos permite añadirles o lo rápido que se preparan, pero definitivamente, pueden llegar a ser adictivas.

Es uno de los productos más completos por sus propiedades nutritivas, energéticas y económicas. También es uno de los alimentos característicos de la cocina en los países del Mediterráneo, sin embargo, ya se ha convertido en uno de los platos más populares a nivel mundial.

Su origen no está claro, pero son muchos los  que afirman que son originarias de China y que luego llegaron a Italia de donde tomamos gran parte de las recetas.

Creo que en Cuba son parte inseparable de la dieta semanal de cada familia y como buenos cubanos, le hemos puesto nuestro aporte al arte de confeccionar masas y salsas, utilizando ingredientes de primera línea y otros que no lo son tanto.

Recuerdo lo exquisitos que me parecían aquellos espaguetis napolitanos en la Plaza del Gallo, cuando vivía en Camagüey, las ensaladas frías de los cumpleaños, los coditos con puré de tomate y queso amarillo mezclados en la cazuela para servir. Debo admitir que he sido culpable más de una vez de llegar a un restaurante y pedir solamente comida italiana.

Otro sitio que sin duda alguna fue famoso por incursionar en este campo de la cocina es El Barrio Chino. Eso era pa´chuparse los dedos, doy fé porque también hice «mi mejor cola» para comerlas. Era punto fijo ahí cuando me mudé para La Habana y solo se iban tristes mis bolsillos.

Si tuviera que describir a las pastas en una palabra, sería versátiles. La posibilidad de recetas es casi infinita, ya sea para sopas, ensaladas, guisos o para comer cubiertas con diferentes quesos, especias, salsas y en ocasiones cualquier ingrediente que nos encontremos en el frío.

Aunque siempre se ha pensado que la pasta engorda no existen estudios o evidencias científicas que lo demuestren. Eso depende de muchos factores, como la hora a la que la comas, el ejercicio diario que hagas, o incluso, con qué la acompañes.