¡Hola multicubano!

Hoy vengo a echarte un chismecito de mis primeros tiempos en Miami. La verdad, yo no contaba con nadie aquí que me estuviera esperando, tuve hasta dos trabajos al mismo tiempo y siempre estaba -como decimos los cubanos- con una mano alante’ y la otra atrás. Para colmo de pesares no me preocupaba jamás por ahorrar.

Parte de mi aprendizaje como adulta independiente ha sido precisamente entender la importancia de manejar mis finanzas personales y abandonar esos mantras que uno se repite cuando va al mall: «Pa’ eso trabajo«, «Me lo merezco«, «Un día es un día«, «Por un gustico no pasa ná«, entre muchos otros que seguro conoces.

El ser humano, por defecto, siempre estará en la búsqueda constante de placer y felicidad mediante el consumo de productos ¿Cuál es el problema? Perseguir ese bienestar a través del efecto de las compras nunca llegará a una meta final, porque aún si el efecto de alegría se mantiene durante horas o días, en algún punto desaparecerá.

A este ciclo en que repites el consumo para mantener la sensación de placer se le conoce como Adaptación Hedónica, sí sí acuñado y todo. Pero vamos al pollo del arroz con pollo ¿Cómo resistirnos al consumismo? ¿Cómo ahorrar? Lo cierto es que para ahorrar no basta apretarse el cinto y guardar dinero.

Así como lo lees, el acto de controlar tus finanzas debe sedimentarse sobre hábitos saludables: pequeños cambios que introduces en tu vida diaria y que pueden resultar muy beneficiosos a largo plazo.

Lo primero es marcarse un objetivo. ¿En qué piensas gastar tu dinero? Si no priorizas este paso, es posible que tu esfuerzo de meses se diluya en una compra cualquiera: un par de zapatos caros o un reloj que ni siquiera necesitabas tanto.

Además, debes determinar la cifra de dinero que apartarás cada mes de tu salario. Nada de números escandalosos, porque acabarás cansándote y dejándolo todo a la buena de Dios. Calcula un porcentaje razonable.

Existen métodos como el sistema de los 365 días que consiste en ahorrar una cantidad de dinero que aumenta de manera progresiva cada día durante un año completo. Hasta en pareja puede hacerse.

Empiezas con pequeños montos como 1 céntimo o 1 dólar, y cada día aumentas esa cantidad, 2 dólares el segundo día, 3 el tercero y así a lo largo de 365 días. Las sumas diarias se acumulan y acabas juntando tremendo billete sin que lo notes.

Ahora bien, para estar arriba de la bola en serio, no basta con proponérselo, hay que empezar a modificar conductas: Haz todo lo que puedas hacer por ti mismo.