Como miel para Oshún

Autor: Ali Reyes

¡Hola Multicubano!

El otro día encontré en mi casa una estampita de la Virgen de la Caridad del Cobre que me regaló mi tía como amuleto para cuando me monté en el avión. La imagen de la Virgen, con su manto dorado y su diadema de patrona de Cuba me trasladó a recuerdos y tradiciones marcadas de mi infancia.

No obstante, entre toda mi nostalgia y mis memorias surgió también un cuestionamiento: ¿Por qué mi tía, que siempre ha sido devota de los rituales y cultos de la religión Yoruba (basada en la Regla de Ocha, también llamada santería), le tendría fe a un ídolo de la religión católica?

Como yo no soy de las que se quedan con la duda, me tomé en serio la investigación, hice mis averiguaciones y de lo que pude descubrir, aquí te cuento un poco.

El esclavo negro que llegó a Cuba para trabajar en las plantaciones de azúcar y café fue obligado a asumir la religión de sus colonizadores: la doctrina cristiana de España. Con ellos también trajeron las creencias ancestrales de África.

Pero pronto se dieron cuenta que las deidades y orishas del panteón africano no eran tan diferentes a los santos de sus amos. Para ambos eran «los que subieron de la tierra al cielo», intermediarios entre Dios y los hombres. Los talismanes y amuletos cristianos pronto se convirtieron en imágenes a las que los esclavos podían acomodar sus creencias.

Para ellos los Santos católicos eran como «los orishas de los blancos». Las oraciones y misas para los difuntos en la religión católica era más o menos lo mismo que la necesidad de brindar esmerada atención a los egguns o espíritus de los muertos en la religión Yoruba.

Ya lo dice la frase “En Cuba el que no tiene de combo tiene de carabalí”.

 

Así fue surgiendo el sincretismo: una mezcla que da la versión criolla de ambas religiones. La africana se mantuvo viva pero enmascarada. De hecho, cada orisha mantiene sus rasgos más importantes y tiene un espacio en el santoral católico.

Hoy en día los orishas pueden llamarse lo mismo por el nombre español que por el lukumí. Shangó como Santa Bárbara, Obatalá como Virgen de las Mercedes, Babalú Ayé como San Lázaro, Yemayá, la madre de las aguas como la Virgen de Regla y la Virgen de la Caridad del Cobre como la bella Oshún, dueña del amor la sensualidad, el río y las riquezas.

Mientras que, en la religión cristiana el rito para convertirse en hijo de Dios es el bautismo, en la religión yoruba el primer paso es tirarse los caracoles (o diloggún) para luego recibir los guerreros: Elegguá, Oggún, Oshosi y Osún.

Aunque ¡por supuesto! existen bastantes diferencias en el modo de profesar ambas religiones, sus orígenes históricos y culturales, así como la época y forma de su llegada a Cuba, muchos cubanos optan por asumir ambos cultos.

Un gran por ciento de nosotros vivimos en un ajiaco religioso. Creemos, como mi tía, lo mismo en Oshún que en la Virgen de la Caridad del Cobre; y si la jugada se aprieta mucho vamos a orar a la iglesia o a consultarnos en la casa de nuestro padrino.

Los cubanos, me atrevo a decir que asumimos la religión con las mismas dosis de fe que de respeto y flexibilidad. Los relatos de cómo se entretejen estos cultos populares son tan bellos que han quedado para nuestros días.

Ahora bien, multicuban@, si este artículo te pareció interesante y te dejó con ganas de saber más, déjame decirte que seguiré investigando el  tema. Por lo pronto le pondré unos girasoles y miel a mi Virgen del Cobre u Oshún -como más te guste llamarla-.

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