¡Hola Multicubano!

Desde hace meses entre trabajo, casa y sueño, mi mundo se concentra en la lista de tareas que tengo en el teléfono y en mil correos por responder. Mi miopía avanza lentamente y solo pienso en cuándo podré sentarme tranquilamente a leer.

No me malinterpretes, los libros están en casa esperándome, pero al parecer mi mente solo se concentra en los videitos tontos que me salen en tiktok, los cuales son responsables de mi falta de sueño y atención.

Por eso decidí tomarme un día off de las redes y experimentar 24 horas sin Internet. Ya sabes, como vivíamos en Cuba antes del 2018 y siempre tuvimos algo que hacer.

En primer lugar, acudí a los viejos confiables: los juegos de mesa. Mi cajita de dominó tenía el polvo acumulado de un año y, aunque le faltaban algunas piezas, logré pegarme con el doble blanco «sin susto».

De tanto darle agua a ese dominó, a mi familia le dio hambre y en ese justo momento encontré la segunda actividad para mi día sin redes: la cocina.

No te voy a mentir, estar entre ollas y fogones no es mi concepto de un tiempo de relax, pero encuentro cierta satisfacción en hacerle de comer a los míos, en lugar de ordenar algo a domicilio.

Lo genial de esta actividad es que no requiere de mucha destreza, aunque sí de atención, y se puede hacer en solitario o en equipo.

Para el cubano, cocinar y hacer las tareas del hogar, sin escuchar música, es casi un pecado. Por eso, en mis 24 horas de detox no podía faltar una lista de reproducción que transitara todas las épocas, desde mi adolescencia, juventud, hasta llegar a mis momentos de señora.

Si te embullas y sumas a este reto, recuerda que tienes muchas opciones: descargar la música previamente en el propio móvil, pasártela desde otro dispositivo o suscribirte a servicios de streaming como Spotify, para escucharla cuando estés en zonas sin cobertura, aunque sea en tus vacaciones.