¡Hola multicubano!
Hay una canción de Teresita Fernández que todos los cubanos conocemos: A las cosas que son feas ponles un poco de amor, y verás que la tristeza va cambiando de color… Y si lo analizamos bien, sin querer ‘queriendo’ su letra describe un hábito que ya tenemos arraigado a nuestro estilo de vida.
Hábito que en lo personal me gusta llamar: reciclaje resiliente. Cuando yo llegué a este país me enfermaba ver como terminaban en la basura tantas cosas que en mi tierra se transformaban o cambiaban de uso. No entendía cómo ir en contra de lo que hasta ese entonces conocía como normalidad.
Aquí si vas a un mercado es común que en la compra uses varias bolsitas, de las que en Cuba conocemos como javitas Cubalse o javitas de nylon. Al principio siempre me preguntaba ¿y ahora qué hago con ellas?. Sí, porque allá las guardaba para buscar el pan, separar la carne en el congelador, o echar cualquier cosa como -dice Mickey Mouse- ‘una herramienta sorpresa que ayudará más tarde’.
Pero como esas bolsitas, también se reutilizaron las de yogurt, las que venían antes a la bodega, y como no creemos en nada, ahora hasta las de Shein porque aunque cambie la ‘catiguria’, hay costumbres que son más fuertes que el amor. Y es que los cubanos reutilizamos incluso lo desechable.
Piensa, por ejemplo en los cumpleaños; los platos, los cubiertos y los vasos si se lavan bien, dan para más de una ocasión y hazme caso que de ser posible, hasta a los globos les sacamos el aire. Una lata de leche condensada tan pronto se acaba, se transforma en un jarrito de medir el arroz, y una lata grande de puré de tomate, de conserva de mango o de guayaba desde que la vemos, tiene cara de ser la próxima maceta o molde para el flan.
Los pomos de refresco que se compran en la tienda, ponles el cuño que serán futuros pomos de agua y de nuevos líquidos, ya sea de refresco de polvito, gaseados de pipa, jugos, batidos o de sirope. Y cuando se trata de pomos de cristal, esos son los mejores aliados para guardar y mantener pulpas y conservas.
Y sigo… Tú sabes que un pote de helado es más que eso ¿verdad?. No nos asombra a ninguno de nosotros ver los vasitos de Nestlé en los baños desempeñando su nueva función de aseo o en las cocinas para guardar ese poco de caldo que nos sobró.
No es casualidad que los almendrones sigan representando los taxis más comunes y famosos en Cuba -principalmente en La Habana-. Siendo carros que datan de los años 50, actualmente funcionan con motores de carros modernos, ventanas y puertas que se han reparado cientos de veces, mientras los asientos y otras partes son una amalgama de elementos sacados de otros modelos.
En la isla la ropa tiene su propio ciclo, te explico, la de salir con el tiempo pasa a ser ropa de andar, esta se convierte después en ropa de dormir y por último, pero no menos importante pasa a trapo de cocina, de sacudir o a balleta de piso. Eso cuando ya no se puede modificar y reparar la prenda para darle una nueva vida con otro diseño que permita seguir usándola.
Incluso los artesanos aprovechan las latas de refresco o de cerveza y las transforman para venderlas a modo de souvenirs como cámaras, llaveros, carteritas o cualquier elemento al que su imaginación les permita llegar. Quizás mi abuela cuando vendía ‘durofríos’ en latas picadas también era artesana.
Sí, Teresita Fernández nos retrató en su letra, esa habilidad que tenemos para darle amor a lo que otros considerarían feo, es parte de nuestra idiosincrasia. Resalta lo creativos, originales, resilientes que somos los cubanos y lo mucho que podemos crear con poco.
Y bien Multicuban@, pudiera dedicarle no uno, sino cientos de artículos al tema, pero hoy te doy la última palabra a ti. Cuéntame en los comentarios qué otro ejemplo, añadirías a la lista y si te gustaría una segunda parte.
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