El chisme en Cuba: ¿quién, cómo y cuándo?

Autor: Victoria Vázquez

¡Hola, Multicubano!

Una de las cosas que más nos impresiona a los cubanos recién llegados a los Estados Unidos, es la desaparición de una figura muy importante en Cuba: el vecino. Lo bueno es que se elimina un mal inherente al barrio: el chisme. Solo nosotros sabemos lo que es vivir con una chismosa al lado.

No lo digo porque alguien me haya encargado escribir sobre el barrio en Cuba, ¡yo de verdad lo viví y sufrí! Tener a esa persona cerca era saber que estaba registrando en su cabecita (un prodigio de la memoria) todo acontecimiento, por más trivial o insignificante que fuese. Todo lo sabía y todo lo sabe.

Ella me hizo llegar a la conclusión de que una  buena chismosa (o chismoso, porque hay cada uno por ahí…), debe cumplir estos requisitos:

Requisitos para ser un buen chismoso

1- No tener vida privada: nada debe interponerse entre usted y un chisme suculento. Tener una vida privada activa significaría no estar 24×24 en el barrio, y si así fuera se perdería todo lo interesante.

Además, si tiene que cuidar a alguien (hijos, nietos, marido), debe dedicar demasiado tiempo a cocinar, lavar, limpiar, etc. Todas esas tareas serían un impedimento para lograr el gran objetivo: saber todo lo que pasa en las otras casas.

No digo que no haya chismosas con obligaciones, pero todos sabemos que las verdaderas profesionales del sector son capaces de dejar a cualquiera con fiebre en cama para salir a ver por qué Ana María le está gritando al marido. No hay obligación que la despegue de su verdadera pasión.

Y, tristemente, hacen metástasis: los niños de la casa se vuelven también «comunicadores de noticias inciertas», además de que no adquieren límites

2- Disponer de muuuuuuuuucho tiempo libre: como ya dije, cualquier obligación podría distraerla de su objetivo principal. Un trabajo de 40 horas semanales significaría estar fuera al menos 50 horas semanales. Eso sería demasiado.

 

3-Tener oído de tuberculoso: hay que entrenar muy bien el oído para lograr captar los sonidos más sutiles, aquellos que a otros se les escapan. Cualquier sonido que rompa la quietud de la noche las levanta de la cama como un resorte, y pueden pasar horas pegadas a la ventana del cuarto porque “hace rato oí un ruido” que nada tiene que ver con una tentativa de robo.

Atención 100%

Y aquí tengo que quitarme el sombrero ante aquellas que son capaces, sin ser dueñas ni siquiera de una bicicleta, de reconocer y diferenciar el sonido de los carros y motos. Así, pueden estar viendo la novela, oír un motor y no perturbarse, porque “ese es el carro de Manolo, el de la esquina”

Ah, pero si es un carro desconocido, salta cual fiera y se agazapa detrás de la ventana, atisbando e intentando deducir a qué casa entró el chofer, quién es, cómo va vestido y, sobre todo, si lo reconoce de alguna parte, porque si resultara ser el marido de Estela, la maestra, la cosa se pone buena…

A esas horas, no le importa a quién la mala de la novela empuja escaleras abajo.

También, por supuesto, están las “chismosas integradas”. Son esas que trabajan y, desde el puesto de trabajo, no se pierden ni un solo movimiento de los compañeros. Saben si Julio y Carla siempre coinciden en la misma mesa del comedor (¡demasiada coincidencia!), o si la Cuqui y Maye ya no andan tan juntas como antes…algo tiene que haber pasado.

Esparcir el conocimiento

Lo malo no es que se pasen la vida en modo “caja negra”, registrando cuanto pasa a su alrededor; lo peor es que esparcen ese conocimiento, que no siempre es verídico, con un nivel de convencimiento atroz. Son como las aguas subterráneas: mientras caminas, no sabes que hay una corriente horadando por debajo el camino que crees tan seguro.

A mi vecina más de una vez le di un parón. Creo que logré fulminarla cuando me puse profunda, y le cité a Sócrates: ¿es verdad lo que me vas a decir? ¿es algo bueno? ¿es necesario que lo sepa?

Entonces no necesito saberlo.

Sobra decir que desde entonces estoy entre sus personas no favoritas. Pero, invariablemente, cada vez que llego a mi casa, en el carro rentado, sale precipitada hacia su portal, y me dice, con los ojillos brillantes: “¡Qué bueno verte, Vicky! Te ves súper bien” y siento que estaré bajo escrutinio durante toda la visita…

¿Por qué multicubano?
¡Ahh, te explico enseguida!

Prestamos múltiples servicios con destino Cuba, y quienes lo utilizan son cubanos esparcidos por diferentes lugares, cubanos en múltiples lugares…
MULTICUBANOS!

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