Todos los preparativos comenzaron desde ayer. La casa está limpia, la música en punta y los invitados llegarán según avance la mañana. Hay ocasiones que sin darnos cuenta la casa se llena, pero cuando hay motivito anunciada, ponle el cuño.
Vienen los hermanos, los tíos, los primos, los sobrinos, los hijos… en fin… toda la parentela de papá se reúne religiosamente cada tercer domingo de junio. Y claro, si se trata de formar una de las mayores cumbanchas del año: El día de los padres.
Nosotros envolvimos en secreto el regalo anoche, porque no importa si lo compramos un mes antes, siempre es tradición entre mi hermana y yo envolver la noche anterior al día marcado.
El dominó, la yuca con mojo y el congrí; las canciones clásicas para la bailar y las de época pal’ karaoke son imprescindibles. Es ley que más de uno saque sus pasos prohibidos y también hay que dejarlos cantar con sentimiento los hits de su juventud y sus amores pasados.
Son las mismas bromas todos los años, las historias que vivieron en la niñez, el trabajo que pasaron alguna vez, aquel cuento del susto que pasó como padre o la cosa más divertida que han hecho. Cada uno va contando su mejor anécdota y los demás bien muertos de risa como si jamás la hubiésemos escuchado.
Mientras, siempre que se pueda se sacará el asado. Para algunos es un puerco en púa, para otros unas costillas al carbón y hay quienes apuestan por un pernil al horno o un pollito asado. Tratando de que el protagonista sea el mamífero nacional.
Sin embargo, la tradición se ha modificado un poco; también hemos tenido años -sobre todo los más recientes- con la familia más dispersa por el mundo. Y precisamente recordar esos momentos, desempolvar las historias de cada fiesta, no pueden faltarle al itinerario; historias que ahora contamos por videollamada y cuentos a los que volvemos cuando nos reencontramos.
Escribo estas líneas hoy, justo acabándose el día de los padres porque quizás como mi familia y yo, a tu cumbancha también le quedaron sillas vacías. No obstante, eso no fue impedimento para recordarnos -cerca y lejos, cara a cara y por videollamada de por medio- cuanto nos queremos. Estuvimos todos presentes, como también las risas, las lágrimas, la nostalgia y sobre todo el amor.
Por su puesto, cada experiencia es distinta y si en tu caso el trabajo, la rutina o cualquier circunstancia te pasó factura este año y no pudiste sorprender con algún bonito detalle, aquí mismo en el blog encontrarás dos artículos que te ayudarán a resolverlo… porque para celebrar a nuestros seres queridos no hay una fecha límite.
Antes de irte, multicuban@, cuéntame qué no podía ni puede faltar en tu familia en la celebración del día de los padres.
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