¡Hola, Multicubanos!
Hoy, como se habrán dado cuenta por el título, voy a alardear un poco, defendiendo lo que por ley…bueno, mejor decir “por historia”, nos corresponde. Creo que hay que ponerle un alto a la apropiación indebida de lo que es nuestro, no nos podemos cansar de defender lo que es cubano, porque significa que es nuestra propia identidad.
He oído a más de uno afirmar que la salsa es boricua, que el bolero es mexicano, y que el mambo es centroamericano, y he sentido una soberbia e ira infinitas. Ah, pero que además traten de robar la propiedad de nuestros dulces, ¡eso sí que no, con la comida cubana no permito que nadie se equivoque!
Para empezar, tenemos que admitir que nosotros también nos apropiamos de platos que no son realmente cubanos, sino que fueron modificados en Cuba. Por ejemplo, al hablar de postres cubanos nos vienen a la mente el flan, la natilla, la panetela, todos de otras tierras, pero adaptados.
Ah, y la adaptación puede tener varias etapas, pues durante el Período Especial, se hizo natilla con harina de trigo en vez de maicena, incluso con cerelac en vez de leche, en fin, nos pasamos de inventivos…
Por ejemplo, en Cuba el pudín es un dulce “de pobre”, porque se hace con pan añejo, y así aprovechamos…Y los buñuelos nuestros, que unen la yuca y el boniato (tubérculos caribeños) son una expresión de lo que somos: mezcla absoluta, con su almíbar por encima, calienticos, deliciosos. Después de comerlos toda la vida, ves que en MasterChef España hacen unos “buñuelos” muy raros, y solo puedes pensar que esos españoles no tienen ni idea de cómo se hace un verdadero buñuelo.
Me llevé una alegría enorme al saber que nuestro humildísimo boniatillo sí es 100% cubano. Sus formas son diversas, y se distingue el boniatillo duro, que se vendía hace años en grandes bandejas, tapado con hojas de plátano, espolvoreado con azúcar glas, y generalmente hecho con azúcar prieta; y el boniatillo casero, mucho más suave y cremoso, en forma de natilla, que incluye mantequilla y leche y espolvoreado con canela. Los menos tradicionales incluso le agregan coco, pero a mí eso me parece un sacrilegio.
Hablando de coco, por supuesto tengo que mencionar no al dulce de coco, que no es tan nuestro, sino al típico coquito acaramelado. Todo niño de los ‘90s que se respetara se sentaba en la acera a esperar que pasara el señor con la bandeja llena de coquitos cubiertos de caramelo, y se llenaba de caries los dientes, pero era feliz como ninguno.
O sea, que tenemos dulces trasatlánticos adaptados, y postres caseros que surgieron de lo que teníamos a mano. Pero logramos dar un paso más: podemos enorgullecernos de haber aportado a la pastelería internacional, y eso, por ser unos apasionados del arte. Haciendo el cuento corto, a mediados del siglo diecinueve visitó La Habana una soprano italiana famosísima, que encantó de tal manera a los habaneros que la vieron en el Teatro Tacón, que un comerciante y repostero hizo un postre en su honor, ligero, con mantequilla y pasas.
La cantante se llamaba Gazzaniga, y sobra decir que, como somos muy dados a acriollarlo todo, y la pronunciación de la “zz” en italiano tiene su truquito, decidimos tácitamente que teníamos que facilitarlo, y así surgió la gaceñiga. Ya lo saben: es nuestra, muy nuestra, y nadie nos lo puede disputar. Lo bueno de haberle cambiado el nombre, es que los italianos no pueden decir que sea de ellos.
Lo cierto es que hemos acriollado cuanto dulce existe, y hasta creamos desde cero los dulces que nos identifican, y los exponemos con orgullo nacional, haciendo muy merecido alarde de que como los dulces nuestros no hay dos. Y si viene alguien a reclamarlos, o a decir que los de su país son mejores, les invitamos cordialmente a regresar a su patria y no venir a bailar a la casa del trompo, faltaría más…
Y tú, ¿cuál prefieres?
4 Comentarios al Artículo:
El dulce que nació en Cuba
About book chain
Every
Hi my friend!!! Where are you writing from?
Y la panetela de donde proviene
Se dice que de Italia…
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