¡Hola multicubano!

A mi abuela en la cocina podrán faltarle varias cosas, pero si su adobo casero o mojo criollo se le acaba, es hora o de ponerse a preparar uno nuevo, o de ir al agro en busca de una botella que contenga la famosa preparación.

En Cuba es tan popular esa ‘pócima’ que también lo venden en los agros y minimercados. En ocasiones es el resultado de pequeños negocios familiares o incluso minindustrias, que en botellas de cristal recicladas venden ‘como dulce en la puerta de un colegio’ estas botellas que sin tener la mejor presencia, dan el toque mágico a las comidas.

Y lo puedo asegurar, de primera mano; evidentemente terminé por heredar la tradición de echárselo a casi cualquier plato. Le da un sabor excepcional a todo tipo de carne, pescado y marisco. Además es excelente para acompañar tubérculos como la yuca, la papa y la malanga. De solo mencionarlo, se me hace agua la boca.

Según la historia, este tipo de aderezo o salsa fue introducido en el archipiélago cubano por los españoles en la época precolombina y desde entonces ha formado parte de nuestra tradición culinaria.

Su preparación es muy sencilla, y de la mezcla de sus ingredientes resulta un intenso sabor, característico de las comidas que consumimos los cubanos.

Aunque gana popularidad en las festividades por el fin de año a la hora de preparar el anhelado lechón asado, es una receta que se puede preparar en toda ocasión, todos los días del año. Y esta mañana de lunes te la comparto.