
¡Hola, Multicubano!
Quizás el título intrigue a algunos, mientras a otros les resulte muy normal, pues imagino que no sea yo la única que ha oído que las mujeres somos 7 por hombre. Ese es un dato del que muchos se agarran para venderse como la última coca-cola del desierto.
Es como si, subconscientemente, te dijeran: “cuídame, que allá afuera hay una pila esperando por mí”.
A todos esos que repiten sin cesar que nosotras somos mayoría, y que cuando la proporción es tan dispareja vale más pájaro en mano que salir a cazar otro pajarito que puede incluso salirnos peor que el que tenemos, les digo que tienen que actualizarse, porque están tratando de manipularnos con datos muy, pero que muy viejos.
¿Cuándo surgió el mito?
Mi abuela es una fiel defensora de ese enfoque de que ellos son muchos menos, pero en su caso tiene sentido. Ella nació en 1940, y aunque Cuba no estuvo directamente involucrada en la II Guerra Mundial (excepto por el hundimiento de más de un submarino que venía al caribe buscando calentarse), los ecos de las muertes de millones de hombres le llegaron desde muy temprano en su vida.
Cuando se casó, en 1960, estaba convencida de que era muy afortunada de tener a un hombre con quien compartir su vida. Debía de haber muchas mujeres que se “quedaran para vestir santos”.
Es verdad que, por ejemplo, en Letonia (por debajo de Finlandia, antigua URSS, donde hay un frío que pela), hay solo 10 hombres por cada 84 mujeres (¡qué horror!). Eso, a Dios gracias, nada tiene que ver con las Américas. En el mundo, como norma, hay 101.8 mujeres por cada 100 hombres. Así que no se me vengan a hacer los “codiciados”, por favor.


¿Se mantiene en la actualidad?
Vengo con información de oro: en Cuba, según el último censo, hay 995 hombres por cada mil mujeres. O sea, que a cada mujer le corresponde 0.99 hombre (aunque no puedas a ir a comprar tu pedazo de hombre en la bodega). Ya ven: no hay tanta diferencia como para justificar el mito de que “en cualquier esquina encuentro a otra”.
Si existieran siete mujeres para cada hombre, el país tendría 143 hombres por cada mil mujeres. Esos casos solo se han dado en lugares puntuales del planeta en épocas de grandes guerras.
Y revisando materiales para escribir este artículo me encontré con algo muy interesante: en Cuba siempre nacen más niños que niñas. Entonces, si en un año siempre nacen más “ellos” que “ellas”, ¿cómo es que siempre terminamos sobrepasándolos, aunque sea por poco?
La respuesta está en ellos mismos: a partir de los 15 años las muertes masculinas son casi el doble de las femeninas, bien sea por accidentes de tránsito o de trabajo, hechos violentos, etc. Además, nuestra esperanza de vida es tres años mayor que la de ellos.
O sea, que nosotras nos cuidamos más, así que vivimos más. Por eso, en las tercera edad la diferencia entre sexos se inclina a nuestro favor. Hay más abuelas y bisabuelas que sus contrapartes masculinos. Disfrutamos más de la familia, pues la vemos extendida.
Así que espero haya quedado claro: durante la mayor parte de nuestras vidas, somos 1 a 1. No hay superioridad de ninguno, sino que estamos en una paridad que nos permite formar familia (quienes quieran, porque no es obligatorio), y hacerle frente a la vida mano con mano.
Claro que siempre hay exepciones. En China, en 2018 había 280 hombres entre 15 y 29 años de edad por cada 100 mujeres de la misma edad, según la ONU. Pero, dentro de ese mismo país, hay una ciudad en la que la proporción se invierte: hay tres mujeres por hombre en la ciudad de Dongguan.
Para cerrar lo que aquí he expuesto, los dejo a todos con una máxima que debiéramos repetir como un mantra: no es la cantidad lo que importa, sino la calidad. Una mujer bien plantada vale por veinte que no se precien, y un hombre que sepa valorar a quien tiene al lado, bien vale la pena mantenerlo.
El fin.
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