La mulata cubana: mucho más que curvas

Autor: Victoria Vázquez

¡Hola, Multicubano!

Voy a proponer hacer un monumento escrito a la mulata cubana, algo así como un homenaje a la criollita de Wilson. Esto viene porque a un colombiano se le ocurrió decirme ayer que las mulatas de su país son más bellas que las de Cuba. ¡Me dio Changó con conocimiento y Yemayá en puyas!

Claro que, dentro de la misma Cuba, hay varias opiniones sobre qué es una mulata. Algunos dirán que la mulata tiene la piel color papel cartucho (ja, como si alguien se acordara del papel cartucho), con el pelo rizo u ondeado, pero no “pasa”. Ah, y debe tener las facciones finas. Si nos guiamos por ahí, cualquiera tiene una abuela mulata.

Hay otros que dicen que la verdadera mulata tiene la piel oscura, pero el “pelo bueno”, y facciones “finas”… nada, que hay mucho subjetivismo. Si me voy a lo técnico, puedo decir que una mulata es el producto del cruce de una persona de raza blanca con una persona de raza negra. Esa descripción no me gusta, parece “Materiales y métodos” de un experimento científico…

Sobre todo, y aprobado por inmensa mayoría, una mulata que se respete tiene todo lo que hay que tener, y da buena cuenta de ello. Ser curvilínea es la mayor de sus características físicas, y caminar contoneando las caderas, como ejerciendo una gran autoridad, es su sello.

Yo no estoy descubriendo el agua tibia, por supuesto: las curvas de las mulatas han sido las causantes de más de una desgracia. Por si a alguno se le olvidó, ahí está la novela cubana más importante del siglo diecinueve: “Cecilia Valdés o La Loma del Ángel”. El amor, el incesto y la desgracia condensados. ¿Y todo por qué? Por una mulata despampanante.

Sin embargo, haríamos un feo favor a las mulatas si dijéramos que su mayor atributo con sus curvas. Ellas son mucho más que eso, porque han soportado mucho más que nadie. Son sobrevivientes de tiempos peores, en los que eran vistas como agentes de desorden y corrupción moral.

Imagínense La Habana de 1900. Tanto la guerra como la esclavitud habían terminado. Miles de ex esclavos intentaban encontrar su lugar en la vida. Gente que solo sabía de cortar caña llegaba a las ciudades, incapaces de vivir dignamente. Entre ellos, por supuesto, había mujeres. Y, para sorpresa de todos, ellas lograron adaptarse mejor, al emplearse como  domésticas, como amas de cría o niñeras, lavando y planchando “para la calle”, vendiendo cuanto hubiese…

Las mulatas han debido sufrir siglos de encasillamiento. Permitámosles disfrutar de su belleza sin prejuicios

Las hubo, por supuesto, que decidieran sacarle provecho a lo que Dios les había dado.  Lo importante es que, de una manera u otra, esas negras y mulatas lograron sobreponerse a los malos tiempos, y vivir para contarlo. Tienen mi respeto.

Ya en los tiempos que corren, las mulatas siguen sobreviviendo. Sobreviven, en primer lugar, al encasillamiento de “mujer erótica” o de posible jinetera. Perdónenme, gente que comparte mi raza, pero jineteras ha habido de todos tipos y colores, basta ya de echar ese muerto sobre los hombros de negras y mulatas, como si todas las blancas fuéramos santas y puras, ¡por favor!

Entonces, con esas curvas que vuelven miradas, con esos rasgos finos que hacen pensar que nada tienen del África tosca, con ese espíritu arrollador de lucha y triunfo, ¿quién las puede detener? Nadie, absolutamente.

Y tampoco se les puede menospreciar, al menos no en mi presencia. Le informo a mi amigo colombiano que tiene razón en parte: las colombianas son consideradas entre las 3 mujeres más bellas del mundo.

Sin embargo, solo puedo darle la razón en parte porque Colombia es, al mismo tiempo, el tercer país de Latinoamérica con más cirugías estéticas realizadas por año. Liposucciones, aumentos de senos, rinoplastias…con todo eso se embellecen sus mujeres, mulatas incluidas.

En Cuba, sin embargo, desde 2001 hasta 2016 se realizaron apenas 200 508 cirugías estéticas (investigación hecha y todo, porque me tomo en serio el orgullo nacional). Eso fue en el transcurso de quince años, y es apenas una fracción de las realizadas en Colombia en un año.

La conclusión es, mi querido colombiano, que aunque tus mulatas sean reconocidas entre las más bellas del mundo, yo repito a los cuatro vientos que las mías lo son más, porque donde ves una curva, es porque allí la puso Dios.

Es por eso que la mulata cubana camina como ninguna: sabe que alguien de allá arriba la adora, y la hace reina cada día de esta vida. He dicho.

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