La Niña, la Pinta y la Santa María caminan por las calles de Cuba

Autor: Victoria Vázquez

¡Hola, Multicubanos!

Hoy, creo que por primera vez, voy a dividir las opiniones, o dar la posibilidad de que las mujeres nos clasifiquemos. No hablo de una escala que mida nuestras curvas, ni un “caractómetro” que mida nuestra capacidad de enojo (a cuántas millas nos disparamos en cuántos segundos), sino propongo que, autocríticamente, reconozcamos en qué categoría nos incluimos cuando se trata de aceptar piropos.

Yo sé que el piropo agoniza, y lo está sustituyendo cualquier grosería que no es halago, ni admiración, ni nada…pero aún quedan quienes lo defienden, y nos toca a nosotras recibirlo.

Para las cubanas, el piropo es (o era) una forma aceptable de admiración masculina. La belleza se podía medir en piropos recibidos a lo largo del día, y “parar el tráfico” era la mejor inyección de adrenalina que podía tener una mujer. Si sentía dudas al mirarse ante el espejo, al salir a la calle se evaporaban todas.

Yo, tomando como referencia las tres carabelas con las que llegó Colón a las Américas (que tienen su jugosa historia detrás), voy a dividirnos en Niñas, Pintas, y Santa Marías. Creo que eso me quedó bastante bien: él atravesó el Atlántico, y las cubanas surcan las calles de Cuba todos los días, con las velas al viento y sin saber qué tormenta les espera.

Vamos ahora a adentrarnos en qué hace cada una ante un piropo que puede ser más o menos subidito de sal, sin caer en cochinadas o faltas  de respeto (ya eso no es un piropo).

Las “Niñas”

Como el nombre lo indica, reaccionan de manera tímida e infantil. Es el tipo de mujer que si ve a dos hombres parados en una acera prefiere bajar a la calle al pasar por su lado, para evitar la cercanía y la posibilidad del piropo no deseado. Si le dicen algo se ruboriza, se avergüenza y quisiera que la tierra se la tragara. Generalmente se viste de forma discreta y trata de no llamar demasiado la atención.

Este comportamiento es habitual en niñas de rápido desarrollo, cuyo cuerpo parece de 16 pero siguen teniendo 12. Las mujeres muy tímidas también entran en este rango de “Niñas”, al igual que las que no se creen merecedoras de un piropo, clase que desgraciadamente aún existe.

Las «Niñas» preferirían tener una armadura que les evitara todas las miradas

Las “Pintas”

Al nacer les extirparon la glándula de la vergüenza. Ellas se visten como quieren, caminan como les da la gana, seguras de sí mismas, metidas en su propio mundo. No tienen tiempo de estar pensando en lo que creerán otros, ni les importa mucho. Si algún hombre les dedica un piropo, la respuesta vendrá en correspondencia con cómo tenga ella el día, o cuánta gracia le haga.

Puede ignorarlo, o dar las gracias, o reírse a mandíbula batiente o, en el peor de los casos, virarse hacia el emisor y prometerle una galleta, o decirle que vaya a decirle eso a su señora madre. A las “Pintas” no se les asusta fácilmente, y les da lo mismo pasar frente a un hombre que frente a mil. Allá ellos.

Las “Santa Marías”

Detestan los piropos. Así como te lo cuento. Si a las “Pintas” les extirparon la vergüenza, a estas les potenciaron el centro de la altivez. En vez de ignorar a los hombres o evadirlos, ellas pasan por entre ellos con la nariz apuntando al cielo y postura de “dime algo si te atreves”, o ignorando su existencia. Si alguno de hecho se atreve a decirle algo, aunque sea un “adiós, belleza”, le lanzan una mirada que podría congelar Santiago en agosto, con un desprecio digno de admirar. No buscan llamar la atencioón, generalmente.

Las «Santa Marías» son exponentes del feminismo del siglo XXI

 Ellas creen que el piropo es innecesario y debiera estar penado. Quieren andar por la calle sin que nadie las “vacile”, dicen no necesitar las muestras de admiración masculinas, e incluso afirman que los hombres hacen eso porque son unos incivilizados.

No digo que no tengan parte de razón, porque ni todos los días una está de ánimo para que te digan algo, aunque sea el piropo más bello del mundo, ni los hombres se caracterizan por ser sutiles y elegantes, pero tampoco hay que echarlos a todos en el mismo saco.

¿Y tú? ¿Te da vergüenza, no te da ni frío ni calor, o crees que estás por encima de ello? Puedes, incluso, alternar entre dos tipos, y ser a ratos una Niña con rasgos de Pinta… Como sea que vivas los piropos, lo importante es eso: vivirlos. Son parte de nuestra cultura, y si se nos extirparan no seríamos iguales, así que cuando te digan algo lindo, piensa que es Cuba quien está piropeando a Cuba…100% de cubanía en solo una frase.

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