
¡Hola multicubano!
Por más preparad@s que estemos, la maternidad y la paternidad nos hacen reinventarnos a diario porque es una ‘profesión’ en la que se aprende sobre la marcha. Y si para dos personas es todo un reto, para una sola se convierte en un trabajo con otro nivel de dificultad.
No son pocas las historias de mujeres que han debido ocupar ambos roles frente a sus hijos y frente al mundo. Varios de mis amigos crecieron con padres ausentes, pero mujerones que dieron todo por los suyos. Y puedo decir que los criaron como hombres y mujeres de bien, de la mejor manera que aprendieron a hacerlo.
Si te ves reflejada en esta situación, es probable que afrontes incluso un sentimiento de culpa. Por las experiencias que he podido escuchar es común que las madres solteras se sientan culpables al pensar –sin razón– que están siendo irresponsables al negarle un padre a su hijo.
Pero tienes que saber que la paternidad es una función, no una persona, lo que significa que se puede encontrar en un tío, el abuelo o en tu pareja, sin que lo afecte.
Cuando pienses que “le estás negando un padre”, neutraliza esta idea negativa pensando en lo que le ofreces: la imagen de una mujer fuerte y decidida que está sacando adelante una familia.
Quizás te preguntes sobre los efectos que tendrá la ausencia del padre en su vida o temes que su desarrollo psicológico no sea igual que el de otros niños.
Pon las cosas en perspectiva. Recuerda que hay muchos tipos de familias y cada una –incluyendo las “normales”– enfrenta sus propios retos y temores. Deja de lado la angustia y concéntrate en hacer sentir protegido y seguro a tu hijo/a.
– ¿Cómo le explicas sobre su papá? – Esa suele ser una pregunta frecuente. De la misma forma que le explicarás todas las cosas que te va a preguntar. Hay que contestar a sus preguntas con respuestas sencillas, claras y sin mentiras en el momento en que exprese sus dudas.
Lezama nos dijo: “No compartas los rencores que tengas hacia su padre, al niño no le interesan y sí pueden afectarle; pero tampoco idealices la figura de un padre ausente”.
Así como las parejas se dan sus escapadas, tú también mereces tener tu espacio. Esto es difícil, pues una vez más sientes que al ser madre y padre debes trabajar el doble. No dudes en pedir la ayuda necesaria a tus familiares y amigos. Encargar a tu hijo unas horas con los abuelos o una amiga les hará bien a ambos.

Tampoco te cierres al mundo. Es común que al sentir que estás sola, tu hijo/a se convierta en tu todo, pero ten cuidado, puedes caer en el error de encerrarte en un mundo en el que solo habitan ustedes. Estas mamás hacen de su hijo/a: su compañero, su amigo, su paño de lágrimas, su familia… poniendo en sus hombros una carga muy pesada que de todas maneras no pueden llevar.
Así, la relación se vuelve codependiente con lo que ello conlleva: la madre se vuelve sobreprotectora, permisiva e incapaz de establecer límites. Hasta que un día descubre que antepuso su rol a sus necesidades.
Olvida esa idea de que están solos: nadie lo está. Más allá del núcleo familiar hay un mundo con el que todos convivimos y que nos retroalimenta. ¡Ábrete a él!
¡Felicítate! Así como lo lees. De vez en cuando detente unos minutos a darte cuenta de lo bien que lo estás haciendo y siéntete bien por ti.
No dudes en felicitarte a ti misma y sentirte orgullosa por los logros de tus hijos por pequeños que sean, ¡al final son tus logros también!
No obstante, si tu rol de madre soltera te sobrepasa y te encuentras atravesando momentos muy difíciles no dudes en acudir a nuestras citas en línea de apoyo emocional. Nuestra psicóloga te ayudará a identificar cómo asumir tus conflictos de una manera más saludable / proactiva para ti y tu familia.
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