¡Hola multicubano!

Realmente no recuerdo la fecha exacta de mi primera vez, lo que no se me olvida es que en ese momento me sentía preparada y todo gracias a mi mamá…

Mientras crecía y mi cuerpo cambiaba siempre estuvo al pendiente. Ella no fue de esas madres que evitaban el tema, ni tampoco lo adornaba para que las cosas sonaran mejor, al contrario, a veces era muy directa.

Mi mamá repetía mucho que las mujeres teníamos (tenemos) las de perder, me alertaba sobre el embarazo no planificado, las enfermedades de transmisión sexual y sus consecuencias, al punto que hasta el día de hoy no he pasado ningún susto.

Me habló de los métodos anticonceptivos y me llevó a un ginecólogo de confianza para que me explicara sobre las pastillas y cómo tomarlas. Así aprendí a comparar efectividades y luego tomé mi decisión.

Cuando salía a relucir el asunto o se enteraba de una mala experiencia de alguna muchacha de mi edad por poca preparación, me miraba y decía –Tú tienes casa-, porque a esa edad no pocas adolescentes terminan teniendo relaciones sexuales a escondidas de su familia, en lugares sin condiciones y hasta públicos.

Muchas adolescentes inician su vida sexual por moda, por ser aceptadas, encajar en un grupo o también por presión de su pareja. De lo que no se habla mucho es de que una primera experiencia sexual traumática puede conducir a trastornos como la anorgasmia o la dispareunia (dolor persistente antes, durante o después del sexo).

Me acuerdo cuando tenía 14 años y un muchacho de 18 se interesó en mí. Mi mamá se puso como loca por la diferencia de edad. Quizás fue un acto de rebeldía en el que le llevaba la contraria, pero hasta me llevó con una psicóloga.

Después de esa consulta dejó de prohibirme que lo viera, es más, accedió a que me visitara en la casa y hasta lo invitó a una salida familiar. Al mes la senté y le dije que yo no estaba enamorada de esa persona, que no era lo que yo quería en una relación.

Mientras estudiaba periodismo, entrevisté a una psicóloga para un trabajo de clase relacionado con la adolescencia y me dijo con estas palabras –La prohibición solo actúa como incentivo, la clave está en darle las herramientas para que sean capaces de tomar mejores decisiones-. En ese momento, recordé aquella situación.

Al día de hoy todavía no tengo hijos y aunque creo que esa “tarea” la pospondré par de años más, el día que sea madre quiero lograr que ellos también se sientan preparados y lo más seguros posible cuando se trate de su sexualidad.