“De Viaje”
Dicen que la forma más segura de viajar es en avión, yo creo todo lo contrario. Hace unos años, hice un viaje a la tierra de mi madre para pasar las navidades con ella y como vivimos un poco lejos, me tomó una hora. No era el primer viaje que hacía en uno de estos, pero como siempre, antes de montarme, ya estaba temblando. Mi alteración aumentó cuando me percaté que mi asiento daba justo a la ventana. Muchos en mi lugar estarían maravillados. No era mi caso. Por suerte el señor que viajó a mi lado aceptó cambiar. El tiempo pasaba lento, hasta que a los veinte minutos el avión dió una brusca sacudida. Lo primero que pensé: Esto se va a caer. Algunos se habían alarmado, pero no más que yo. Casi armo un alboroto. Mi mente no esperó ni un segundo para empezar a imaginar escenarios catastróficos. De inmediato se escuchó una voz que anunciaba que habíamos tenido una «pequeña turbulencia». Miré a mi lado y mi acompañante estaba profundamente dormido. ¿Cómo se puede dormir en un momento así? Sentí otra sacudida aún más fuerte que la anterior y con la poca calma que me quedaba, le anuncié a la azafata: – Señorita, me bajo en la próxima.
