“Flores de plástico”
Ese día en el malecón, que me regalaste una flor, no se me olvida. No me quedaba cambio en los bolsillos y aún así me extendiste esa flor de plástico, de un imposible tono violeta. Me conocías de otra vida… de haber reparado unos segundos en mi presencia: una figura alargada sentada en el muro del malecón, cautiva del paisaje nocturno. Seguro pensaste de mí que era un hombre crónicamente triste. Me entregaste la flor, como quién da una propina que acaso no valga nada y me dijiste: Tranquilo amigo, vete y descansa. Las noches en que el mar tiene resaca es mejor no pensar en la muerte.