“Lo amaba, pero…”
Él y yo nos conocimos como muchos otros, de casualidad, por amistades en común. No sé si les ha pasado eso de que ven a alguien una vez y de pronto esa persona se les aparece en casi todas partes. Pues con él fue así; de aquella tarde de playa pasé a encontrármelo en la parada de la escuela, en una cafetería y así sucesivamente. De tanta coincidencia más la atracción evidente, terminamos saliendo. Vernos, encontrarnos y enredarnos se volvió costumbre. Todo iba aparentemente bien; me enamoré, a lo mejor confundí sus intenciones… él no quería ir más allá, no tenía interés de ser algo más que «amigos», si se puede decir que lo éramos. Tardé en darme cuenta de eso, pero yo soy de todo o nada. Así que fue nada, lo amaba, pero también me amaba a mi misma.