“Nunca lo sabré”
¿Quién no recuerda su primer amor? ¿Ese amor pueril con el que descubrimos la belleza de la vida? El mío ocurrió en la última etapa de mi infancia e inicio de la preadolescencia, gracias a la que en aquel entonces era mi mejor amiga. Habíamos pasado muchos años juntos y nunca me había fijado en ella como lo hice en ese momento.
Un cambio radical, al menos para mis ojos. La comencé a ver deslumbrante, con su sonrisa y sus ansias de comerse el mundo. Llegué a entender por qué tenía tantos admiradores en el barrio y la escuela. ¡Y pensar que cuando estábamos solos, nos burlábamos de aquellos que intentaban inútilmente ganarse su atención!
Por eso la consideré un amor imposible. En muchas ocasiones me había contado que no le interesaba enamorarse, además, sabía que me consideraba como un hermano. ¿Cómo habría reaccionado si en una de esas tantas ocasiones le hubiera confesado mis sentimientos? Nunca lo sabré.