“«Peor de lo que esperaba»”
La llamada a la comisión médica para el Servicio Militar Obligatorio me había llegado de sopetón. Sólo habían pasado dos días desde mi cumpleaños dieciocho y debía presentarme sin falta en el hospital. Peor regalito no me pudieron dar. Los hombres de mi familia, tanto materna como paterna, escaparon de tener que pasar el servicio, lo que me hizo pensar que no todo estaba perdido. Padezco de un acné fuerte y mis últimas esperanzas recaían en esto. Cualquier otra cosa que me librara, era bienvenida. Después de largas horas y guiados como ganado al matadero terminaron las pruebas, dándome cuenta que mi única carta en juego pasó inadvertida. En su lugar me enteré que mi estado era peor de lo que esperaba. Mi ritmo cardíaco se venía disparando a niveles preocupantes desde quién sabe cuándo. De manera silenciosa y asintomática padecía una enfermedad crónica.